Pianista prodigio, admiradora de Mozart y la nueva promesa de la m&uacute;sica cl&aacute;sica nacional. Platicamos con la adolescente que est&aacute; poniendo el nombre de nuestro pa&iacute;s en alto.

Mar&iacute;a Hanneman tiene 15 a&ntilde;os. Empez&oacute; a tocar a los tres a&ntilde;os con un piano de juguete (en &eacute;ste, sacaba las canciones que bailaban y cantaban en sus clases de k&iacute;nder). Le encantaba ver a su maestra manipular las teclas y, a los cuatro a&ntilde;os, le pidi&oacute; a sus padres que le pagaran clases privadas con ella. Cinco a&ntilde;os despu&eacute;s, entr&oacute; al Conservatorio Nacional de M&uacute;sica como la alumna m&aacute;s joven en ingresar en una c&aacute;tedra.

Mar&iacute;a tiene el recuerdo n&iacute;tido y dulce de un piano, as&iacute; como de la primera vez que sinti&oacute; el amor por el m&aacute;gico instrumento: una peque&ntilde;a flama que crecer&iacute;a con el paso de los a&ntilde;os hasta envolverla por completo en un apasionado don. &laquo;Me acuerdo de la primera vez que me acerqu&eacute; a un piano, me sent&eacute; y toqu&eacute; la primera nota. En ese momento supe que me quer&iacute;a dedicar a esto&raquo;, comparte.
Nos confiesa que si no hubiera sido pianista, quiz&aacute; en un universo paralelo, le habr&iacute;a gustado ser veterinaria (tiene dos perros y un pez muy especial). De igual manera, lleg&oacute; a pensar que podr&iacute;a ser estilista; si en dado caso tuviera que dejar su sal&oacute;n para dar un concierto de piano, sus amigas bien podr&iacute;an atenderlo. Por &uacute;ltimo, le hubiera encantado ser bailarina de ballet (y es f&aacute;cil imaginarla as&iacute;, el arte emana de ella con naturalidad).

Tiene los pasatiempos de una joven normal: pintar, hablar con sus amigas por tel&eacute;fono, hacer pulseras, maquillarse, ver Netflix con sus pap&aacute;s. Sin embargo, est&aacute; muy lejos de serlo. Su talento fue descubierto desde muy temprana edad, y por ello tuvo que llevar un estilo de vida diferente al de sus compa&ntilde;eros. Termin&oacute; la secundaria en l&iacute;nea al mismo tiempo que la preparatoria abierta. Ahora, &uacute;nicamente estudia en el Conservatorio. Nos confiesa que fue un proceso pesado, ya que ten&iacute;a que tomar varias materias al mismo tiempo, pero, como todo en esta vida, la satisfacci&oacute;n viene cuando recogemos los frutos de lo que tan arduamente hemos sembrado.
Hanneman estudia m&uacute;sica desde las 9 de la ma&ntilde;ana hasta las 3 de la tarde. Su disciplina la ha llevado a conquistar escenarios internacionales como el de Carnegie Hall, cuando solo ten&iacute;a 12 a&ntilde;os. Le gustar&iacute;a tocar nuevamente en dicho sitio ilustre, esta vez en la sala grande, as&iacute; como en la Sala Neza, en la Ciudad de M&eacute;xico, y en Europa.

Admiradora de Mozart, tanto que si pudiera platicar con alguno de sus &iacute;dolos (vivos o muertos), ser&iacute;a con &eacute;l, ha vivido experiencias sorprendentes; una de ellas, del lado de Javier Camarena. Un sentimiento incre&iacute;ble al estar con &eacute;l en el escenario de Bellas Artes. Cuando lleg&oacute; el primer concierto de la gira, en M&eacute;rida, se sent&iacute;a todo tan irreal, como un sue&ntilde;o. Me tom&oacute; de las manos y me dijo Ya, est&aacute;s aqu&iacute;, lo har&aacute;s incre&iacute;ble. Salimos al escenario y fue magia. En Bellas Artes, lo mismo, hasta toqu&eacute; el piso para saber si era real lo que me estaba pasando. En ese momento, la audiencia se emocion&oacute; mucho. Estaba mi familia, mis amigos, mis maestros. Fue hermoso ver a todos los que me estaban apoyando.&nbsp;
Sin embargo, Mar&iacute;a tiene algunos trucos y un verdadero as bajo la manga a la hora de controlar el nerviosismo:
&laquo;Me dan los nervios normales, esos que a todos nos dan, pero una noche antes como muchos chocolates (r&iacute;e). Hago un mini-spa para relajarme. El d&iacute;a del concierto tomo mucha agua. Por consejo de mi terapeuta, dibujo una estrella en mi mano que me ayuda a concentrarme mediante respiraciones&raquo;.

Su estilo cl&aacute;sico y sofisticado viene de su propia convicci&oacute;n. Mar&iacute;a se viste de la manera que ella quiere y, en sus palabras, nadie puede decirle qu&eacute; ponerse o no, especialmente cuando sale a tocar. En el escenario, le gusta transmitirle a la gente que est&aacute; c&oacute;moda y feliz siendo quien es.&nbsp;
Por &uacute;ltimo, la joven pianista da un mensaje entra&ntilde;able a chicas y grandes que quieran perseguir un sue&ntilde;o, sea en la m&uacute;sica o en otra profesi&oacute;n: &laquo;Siempre habr&aacute; obst&aacute;culos en el camino y personas no tan buena onda, as&iacute; es con todos lados. Nada sale a la primera, se necesita mucha paciencia. Nadie las puede obligar a hacer algo que ellas no quieran hacer, de lo contrario, no lo disfrutar&aacute;n y no lo har&aacute;n bien. Pueden ser lo que ellas quieran ser. Luchen por sus sue&ntilde;os&hellip; porque s&iacute; se cumplen&raquo;.&nbsp;

María Hanneman, no hay edad para triunfar

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