Este material ha pasado de ser símbolo de estatus a sinónimo de seducción.

La hija de un falsificador de arte&nbsp;le propone a un famoso ladrón robar del Louvre una estatuilla falsificada por su padre. La película es How to Steal a Million (Cómo robar un millón), la actriz es Audrey Hepburn y el vestuario elegido por <a href="https://www.lofficielmexico.com/moda/legado-hubert-de-givenchy">Hubert de Givenchy</a> para esta escena es un vestido línea A con mangas en transparencia, acompañado de un antifaz de encaje; un material con más de cinco siglos de historia que sabe mantenerse vigente más allá de tendencias.&nbsp;

El enigma del encaje es que puede lograr la sensualidad y el misterio que le dio al personaje de Hepburn, o la sofisticación y la impoluta pureza del vestido de novia de <a href="https://www.lofficielmexico.com/belleza/looks-iconicos-grace-kelly">Grace Kelly</a>. Su versatilidad nos trae piezas que pueden acompañarnos desde el nacimiento, en el vestido de bautizo; en la juventud, con la subversión de las piezas transparentes; o en la solemnidad de un velo luctuoso.&nbsp;

«En su origen era un textil bordado a mano, que podían llevar tanto los hombres como las mujeres; no fue hasta el siglo XVIII cuando adquirió un carácter plenamente femenino»

La historia del encaje se extiende por Europa con un marcado repunte en el siglo XVI, cuando ciudades como Venecia y Flandes&nbsp;producían este delicado tejido a mano para la monarquía y la aristocracia de la época.&nbsp;Al principio, el encaje se producía en lino o en seda, y su laborioso trabajo manual lo convertía en uno de los textiles más codiciados, tanto para hombres como para mujeres. Algunos detalles de encaje se añadían a los puños, cuellos o cualquier otro detalle decorativo que pudiera sobresalir en el atuendo.

Ya entrado el siglo XVII el encaje era un símbolo de absoluta riqueza, que en ocasiones podía ser la parte más costosa de todo el conjunto que portaba una persona, y su uso era generalizado en las clases acomodadas de Francia, España, Inglaterra e Italia. Este tipo de tejido solía tomar el nombre de las ciudades en las que se fabricaban, como Punto di Napoli, Cluny, Chantilly o Veneziano (hoy conocido como Guipure). Cada ciudad protegía con orgullo la producción de este tejido, de manera que se volvió un producto que se comercializaba de una ciudad a otra o entre países vecinos, e incluso llegó a distribuirse de contrabando.

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Después, en algún momento a principios del XVIII, los hombres renunciaron por completo a este material y comenzó a integrarse a las múltiples capas que conformaban la ropa interior femenina, una idea que pudiera comenzar a explicarnos cómo comenzó a adquirir sensualidad. Así, como sinónimo de lencería, una conservadora sociedad victoriana comenzó a fetichizar todo aquello que nos diera un pequeño vistazo del lenguaje de la ropa interior.

Por ejemplo, el baile más escandaloso de fines del siglo XIX, el cancán, se caracterizó por los erotizantes levantemientos de pierna de las bailarinas, que revelaban texturas de la ropa interior, o de los ligueros y medias.&nbsp;Los años 20 del siglo pasado fueron muy prolíficos para el encaje y al menos en la ropa de diario, se separó de esa imagen del material de la abuela, de mano de las subversivas y dinámicas flappers.

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El encaje nos ha dado looks icónicos en los últimos años del siglo XX, como el conjunto de vestido y guantes que acompañó a Madonnna en Like a Virgin en el año 1984; aquel bodysuit que Naomi Campbel desfiló para <a href="https://www.lofficielmexico.com/pop-culture/documental-azzedine-alaia">Alaïa </a>en 1994; o el <a href="https://www.lofficielmexico.com/moda/alexander-mcqueen">Alexander McQueen</a> nupcial de&nbsp;Kate Middleton, que marcaría una década de moda para los vestidos de novia. Para primavera / verano 2021 marcas como <a href="https://www.lofficielmexico.com/moda/Chanel-primavera-verano-2021">Chanel,</a> <a href="https://www.lofficielmexico.com/moda/fendi-rinde-homenaje-a-karl-lagerfeld">Fendi</a> y Stella McCartney siguen incluyendo encaje en sus colecciones, tanto en contraste como en total looks.

El encaje simboliza bien aquella reflexión que hacía Bernard Rudofsky en 1944, en su obra Are Clothes Modern?, donde menciona que, con frecuencia, vemos algunos signos de modestia convertirse en representaciones de sensualidad, un fenómeno por el que pasaron las faldas o el traje de baño. Pero lo que lo hace distinto, hoy por hoy, es que el encaje puede ser ángel o puede ser demonio. Y en cualquiera de sus manifestaciones, ingenua o sensual, resulta igual de seductor porque insinúa sin mostrar.

La historia del encaje en la moda

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