La emergencia sanitaria por el COVID-19 ha influido especialmente en la industria de la moda.

Aquellos eventos que ocurren de manera inesperada, impredecible y que, adem&aacute;s, tienen un efecto masivo, son descritos por los soci&oacute;logos como &laquo;cisnes negros&raquo; como una met&aacute;fora de la rareza de esta especie. La crisis desatada a ra&iacute;z del brote del virus COVID-19 podr&iacute;a representarse con esa figura. De manera casi fortuita, impact&oacute; con mayor fuerza en las principales ciudades de la moda: Mil&aacute;n, Nueva York, Par&iacute;s, sin olvidar su origen en una naci&oacute;n clave en la cadena de suministro de la industria: China.

Desde enero, el Made in China en etiquetas de ropa ha ca&iacute;do 16%, y ha tenido un efecto mariposa en otras maquilas asi&aacute;ticas al generar desabasto en materias primas, tal es el caso de f&aacute;bricas en Myanmar o Vietnam. Las maquilas de Bangladesh&nbsp;perdieron hasta 1.5 mil millones de d&oacute;lares en &oacute;rdenes canceladas, ya que en este modelo de producci&oacute;n la mercanc&iacute;a se paga hasta que se monta en el barco y se env&iacute;a. Activistas contra el fast-fashion hicieron un llamado a las marcas a cubrir sus facturas, y solo H&amp;M, Inditex y Target se han comprometido a hacerlo.

Con el distanciamiento social como premisa principal de la prevenci&oacute;n, los espacios que tambi&eacute;n se han visto afectados son las tiendas en todos los niveles de retail. En Italia y Francia, donde el comercio depende m&aacute;s de las boutiques, no ha sido tan voraz como en Estados Unidos, donde las tiendas departamentales (ya debilitadas por el e-commerce), han tenido que cerrar sus puertas. Algunas de las m&aacute;s afectadas han sido Macy&rsquo;s y Nordstorm, tiendas que, seg&uacute;n expertos, dif&iacute;cilmente se recuperar&aacute;n.

Por su parte, la industria del lujo, seg&uacute;n el&nbsp;Women&rsquo;s Wear Daily, espera bajas en las ventas de 20 a 30% para 2020, y una industria fr&aacute;gil en el futuro cercano, sobre todo en Italia,&nbsp;donde hay casi 370 mil talleres dedicados a la industria del lujo. Seg&uacute;n este mismo medio, si bien el e-commerce permanece abierto en todas las marcas, se estima que las ventas por este canal no ser&aacute;n suficientes para vigorizarlas.&nbsp;

Es por eso que algunos conglomerados y marcas se levantaron las mangas y decidieron poner su mano de obra a disposici&oacute;n de esta lucha. Uno de los primeros ejemplos fue LVMH, ya que horas despu&eacute;s de que Francia declara pr&aacute;cticamente un estado de guerra, Bernard Arnault dispuso que las f&aacute;bricas que producen perfumes Dior, Givenchy y Guerlain utilizaran sus insumos, m&aacute;quinas y personal para fabricar gel antibacterial y distribuirlo de manera gratuita en aquel pa&iacute;s.&nbsp;

Otras marcas volvieron a prender sus m&aacute;quinas de coser para crear equipo m&eacute;dico como batas y cubrebocas. A esta lucha se unieron Gucci, Prada, Saint Laurent, Balenciaga, Zara y H&amp;M en Europa. En Estados Unidos lo han hecho Christian Siriano, GAP y&nbsp;Neiman Marcus;&nbsp;sin embargo, en un pa&iacute;s con nombres m&aacute;s grandes en la moda, ning&uacute;n otra marca&nbsp;se ha sumado a la lista. Por su parte, el Council of Fashion Designers of America, presidido por Tom Ford, cre&oacute; A Common Thread, un fondo de apoyo financiero para los dise&ntilde;adores afectados por esta crisis.

Esta misma organizaci&oacute;n se vio forzada a cancelar sus premios anuales, los CFDA Awards, y se suma a una larga lista de eventos cancelados como la Gala del Met, la temporada completa de menswear en junio y la de Alta Costura en julio.&nbsp;Quedar&aacute; por verse si la presentaci&oacute;n de las colecciones de primavera 2021 sigue en pie, pero la situaci&oacute;n dispara varias preguntas: &iquest;d&oacute;nde se est&aacute;n dise&ntilde;ando y confeccionando las colecciones? &iquest;qu&eacute; tan pertinentes son estas propuestas en la &laquo;nueva normalidad&raquo;&nbsp;que vivimos?

A nivel individual esta crisis tambi&eacute;n le dio un giro a la moda cotidiana y replante&oacute; la decisi&oacute;n de qu&eacute; vestir, para una especie cuya herramienta principal para navegar en sociedad es la ropa. Nos volcamos a la pijama o a los pants (una prenda que, seg&uacute;n WWD, aument&oacute; en ventas un 50%), no como una mala facha, sino como un refugio o alivio de -y para-&nbsp;estar en casa.&nbsp;

En a&ntilde;os recientes la conversaci&oacute;n en la moda ha sido&nbsp;en torno a la sostenibilidad y muchos esper&aacute;bamos atentos un gran cambio que hoy lleg&oacute; simplemente como efecto colateral de esta crisis. Cuando termine el confinamiento quiz&aacute;s regresen el consumo desmesurado y las aguas turbias de Venecia, pero no podremos dejar de ignorar que la industria de la moda necesita cambios en el sistema de producci&oacute;n, optimizar los canales de distribuci&oacute;n y productos de calidad que cubran necesidades m&aacute;s all&aacute; de la est&eacute;tica. El futuro se nos adelant&oacute; y hay que vestirnos para la ocasi&oacute;n.

El Cisne Negro: la industria de la moda en tiempos de COVID-19

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