¿Por qué a los hombres les da miedo la moda? Nociones sobre la relación entre la identidad de género y la popularización de la moda masculina.


Estamos asistiendo en los &uacute;ltimos a&ntilde;os a una explosi&oacute;n y expansi&oacute;n de la moda para hombre en &aacute;mbitos que han trascendido la celebridad para colarse en las calles y los armarios de la mayor&iacute;a de los integrantes de este sector de la poblaci&oacute;n. Reflejo de esta situaci&oacute;n es la consolidaci&oacute;n de las semanas de la moda para hombre en las cuatro principales capitales:&nbsp;Nueva York, Londres, Mil&aacute;n y Par&iacute;s, en las que hace unos a&ntilde;os ni exist&iacute;an y ahora no solo est&aacute;n diferenciadas de las de la mujer, sino que se han hecho muy rentables y notorias.

Es cierto que no es nada nuevo ver faldas en hombres,&nbsp;lentejuelas, plataformas, tacones y todos esos elementos que, a modo de disfraz, pero con car&aacute;cter reivindicativo, algunas firmas y corrientes de tendencias nos han mostrado en el pasado. Gaultier, Yohji Yamamoto, Mugler, Vivienne Westwood, Walter van Beirendonck y un largo etc&eacute;tera... pero siempre se qued&oacute; en ese limbo al que solo unos pocos se atrev&iacute;an a explorar. Sujetos &lsquo;estrafalarios&rsquo;, &uacute;nicos y atrevidos, diferentes, &aacute;vidos de faranduleo o pertenecientes al mundo del espect&aacute;culo, pero sobre todo de sexualidad cuestionada. Boy George, Bowie, Elton John, Almod&oacute;var, Michael Jackson,&nbsp;Pete Burns, Prince, Miguel Bos&eacute;... por nombrar a algunos.&nbsp;

Ciertamente parec&iacute;a dif&iacute;cil que el grueso del g&eacute;nero masculino los tomara a ellos como modelos a seguir pero era necesario un detonante, algo o alguien que hiciera que el cuidado por el aspecto f&iacute;sico, la atenci&oacute;n al detalle, la capacidad de ostentaci&oacute;n fuera de un marco meramente formal y, sobre todo el empoderamiento y orgullo de admitir pasi&oacute;n por la moda se convirtieran en algo popular y de masas. Una vez m&aacute;s, el movimiento vino de la calle, y fue el fen&oacute;meno del hip hop&nbsp;el que hizo del hombre el nuevo objeto de deseo. Los raperos amasaban fortunas&nbsp;y el lujo era su nuevo paraje. Cochrs, oro y mucho logo, pero logo del bueno. Marcas como Givenchy de la mano de Riccardo Tisci han sabido mercantilizar ese tir&oacute;n y ver que estos &iacute;dolos de MASAS (con may&uacute;sculas) eran los musos para las nuevas generaciones. &iexcl;HABEMUS SPORTLUX! y el ch&aacute;ndal se convierte en el nuevo must de la moda masculina. Off White, Neil Barret, Yeeze... tuvieron sus reticencias, pero ahora no hay quien se resista a Vetements o Balenciaga, y lo cierto es que este efecto ha atra&iacute;do al hombre al mundo de la moda como la miel a las ya pobres y casi extintas abejas. Paralelamente a la popularizaci&oacute;n de la moda Avant Garde, heredado de Yohji Yamamoto y globalmente difundido por Rick Owens, ha vestido a los amantes del techno y la &eacute;lite de Los &Aacute;ngeles en los &uacute;ltimos a&ntilde;os, creando un mayor efecto de seguimiento general.

Dejando los 70 atr&aacute;s con sus aires disco, y los 80 con el glam, la realidad es que, si no pertenec&iacute;as a ciertas tribus urbanas o formabas parte de una contracultura, el vestir para el hombre era algo verdaderamente mon&oacute;tono, aburrido y muy restringido. Los 90 trajeron el establecimiento del look yuppie y profesional como la norma a seguir para el var&oacute;n singular, gracias al que se estableci&oacute; el concepto del &ldquo;vestir normal es vestir bien&rdquo;. Un cocodrilo por aqu&iacute;, un caballito por all&aacute;, chinos hasta en la sopa y los n&aacute;uticos como abanderados del casual-sport. Eso era vestir bien, tener clase y ser distinguido.

Por lo general, el grueso del g&eacute;nero masculino siempre ha intentado pasar desapercibido en lo que atuendo se refer&iacute;a. Lo contrario era el terreno de la mujer. Esa mujer trofeo, que se arreglaba, se preocupaba por su aspecto y acompa&ntilde;aba al hombre como un accesorio m&aacute;s. &iquest;Para que deb&iacute;a resaltar si ya lo hac&iacute;a a trav&eacute;s de ella? Los tiempos cambiaron y las mujeres empezaron a exigir que el hombre cuidara su aspecto. Adem&aacute;s, los gays ahora sal&iacute;an del closet... &iexcl;y tienen estilo! Las mujeres, que cada vez ascend&iacute;an m&aacute;s escalones en el &aacute;mbito laboral, ya no se contentaban con ser accesorios: exig&iacute;an tambi&eacute;n ir agarradas de un tipo que tuviera&nbsp;presencia. &iexcl;Ahora ellos empezaban a&nbsp;ser trofeos! As&iacute; el metrosexual hizo su aparici&oacute;n en escena, pero a&uacute;n segu&iacute;amos relacionando el cuidado del aspecto con la sexualidad, de forma que el hombre, una vez m&aacute;s, ve&iacute;a su identidad de g&eacute;nero atacada en pos de la modernidad. &nbsp;

&iquest;Es la moda una cuesti&oacute;n de g&eacute;nero? Ya tenemos claro que no, pero &iquest;lo es de identidad? Para muchos todav&iacute;a existe la idea de que hay cosas que el hombre no se puede poner o no le favorecen. &iquest;Es esto cierto? &iquest;O simplemente no somos capaces de ver m&aacute;s all&aacute; de la imposici&oacute;n sociocultural de g&eacute;nero en el que la mujer es la portadora del glamour y el hombre de la correcci&oacute;n? &iquest;Que norma sujeta a la mujer a ponerse base de maquillaje para lucir piel tersa pero un hombre con sombra de ojos no es bien visto.&nbsp;&iquest;Es para el hombre vestir bien vestir correcto?

La correlaci&oacute;n entre la identidad de g&eacute;nero y la moda masculina no es una tendencia m&aacute;s, cl&aacute;sicamente regidas por el principio de profec&iacute;a autocumplida mediante la cual temporada tras temporada nos aprendemos lo que se lleva. En este caso, la necesidad lo convirti&oacute; en corriente y, como consecuencia, en realidad visible para el vulgo. La sociedad lo ped&iacute;a a gritos, y no es que sea necesario para el buen equilibrio del orden mundial que el hombre vista a la moda o, mejor dicho, que se haga moda para hombre, sino que es solo una consecuencia de la destructuraci&oacute;n del modelo cl&aacute;sico de g&eacute;nero, los par&aacute;metros de su identidad, la apertura mental, la desexualizacion del glamour y la liberaci&oacute;n que supone que un hombre, blanco, heterosexual, de vida seria y familiar se pueda poner un d&iacute;a un blazer de lentejuelas y un poco de r&iacute;mel para ir a la cena de Navidad de su empresa sin que le digan que parezca una vedette del barrio chino.

Pongamos como ejemplo el caso cercano de la ultima Met Gala. Solo dos hombres hicieron el esfuerzo de salir del esmoquin para llevar un atuendo fuera de los est&aacute;ndares masculinos. Phillip Picardi y Jordan Roth, de Charles Jeffrey y Givenchy respectivamente. Luego, Alessandro Michele, Jared Leto y Chadwick Boseman adaptaron con mucho gusto el traje de chaqueta y los accesorios a la tem&aacute;tica de la gala. Otros tantos a&ntilde;adieron una pincelada a sus looks, y la mayor&iacute;a llevaron el mismo esmoquin aburrido de siempre, pero de dise&ntilde;ador, eso s&iacute;. &iquest;A qu&eacute; tiene miedo el hombre cuando se viste?

Hemos de exigir y encontrar para nosotros mismos y para la sociedad el espacio de glamour masculino. La atenci&oacute;n al detalle, tener clase, estilo, criterio, estar actualizado y saber lo que te favorece es glamour. Y es que el hombre se ha pasado al menos dos siglos perpetuando un concepto de g&eacute;nero de no sensibilidad a trav&eacute;s del cual la moda es cosa de mujeres y el hombre que la disfrute es&nbsp;exc&eacute;ntrico.&nbsp;

En la &uacute;ltima d&eacute;cada estamos siendo testigos de primera l&iacute;nea de la liberaci&oacute;n popular y global del hombre de sus ataduras societarias de g&eacute;nero. Fen&oacute;menos como la revoluci&oacute;n trans o la popularizaci&oacute;n del mundo drag&nbsp;han transformando conceptos antes est&aacute;ticos e inamovibles, de forma que ya no nos resulte tan raro o&iacute;r hablar de g&eacute;nero fluido o no binario o cisg&eacute;nero, o transg&eacute;nero o queer.

Hoy en d&iacute;a podemos entender que, para la sociedad, la moda es una manera de tomar la palabra explicada a trav&eacute;s de la tendencia, y la tendencia actual sit&uacute;a al hombre como el punto de mira de la industria. El hombre necesitaba una reforma no solo de estilo, sino tambi&eacute;n estructural, lo que se ha traducido en una ola de j&oacute;venes dise&ntilde;adores que han decidido ser la voz de esa reforma. En el Reino Unido, Charles Jeffrey, con sus colecciones Loverboy, es el estandarte del glamour y la revoluci&oacute;n en la vestimenta masculina. Este dise&ntilde;ador, apoyado por la escena queer del este de Londres, que agrupa a muchos y relevantes nombres en la industria en el pa&iacute;s, fue galardonado con el Fashion Award a la mejor firma de moda masculina emergente. Misma edici&oacute;n en la que Craig Green se llevaba el premio como mejor apuesta brit&aacute;nica de moda masculina. Ambos dise&ntilde;adores est&aacute;n revolucionando el apparel para hombre desde perspectivas diferente, pero como apuestas muy interesantes que han cambiado ya y de una forma permanente y estructural elementos b&aacute;sicos como son las siluetas, los tejidos y los accesorios.

Thom Browne, SS18

En Estados Unidos, Thom Browne lleva a&ntilde;os reeducando a sus machos patrios sobre la idea de que el tailoring no est&aacute; re&ntilde;ido con el glamour y que ser cl&aacute;sico no significa ser antiguo. Tambi&eacute;n desde Nueva York, el artista Patrick Church crea prendas y accesorios pintados a mano y que visten a un hombre cuyo principal estandarte es el desaf&iacute;o de las fronteras de lo que define ser masculino.

Otras marcas de referencia que han apostado por el concepto genderless son 44 Studio, Art School o Rad Hourani. Y es que, llegados a este punto, el avance viene a trav&eacute;s de la comprensi&oacute;n de que aunque ciertas prendas o estilos hayan podido ser originalmente dise&ntilde;adas para la mujer, si resulta que tambi&eacute;n le quedan bien al hombre o le hacen sentir c&oacute;modo, atractivo, fabuloso y glamuroso, deja de ser relevante la categorizaci&oacute;n de las mismas.

La &uacute;nica forma de cambiar las cosas es siendo visible y estando orgulloso. Pero la reivindicaci&oacute;n tuvo su momento y ahora es la hora de la normalizaci&oacute;n. Para ello tiene que participar todo hombre con la curiosidad y el valor de no claudicar con los c&aacute;nones que restringen la expresi&oacute;n individual en el &aacute;mbito social. Quememos las corbatas y cuestionemos: &ldquo;&iquest;Qu&eacute; significa ser un hombre? &iquest;Que hace hombre al hombre?&rdquo;.

Moda, género y glamour

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