La aparente simplicidad de la marca mexicana en la transformación de la materia prima logra desnudar la figura típica de joyería en algo nuevo cargado de simbolismos visuales. En un resultado único, Serpentine ha creado un universo geométrico de piezas orginales y atemporales.

En un paisaje natural de territorios opuestos, entre la costa y la ciudad de la pen&iacute;nsula de Baja California Sur, nace Sof&iacute;a Ordaz. Bajo un contexto id&oacute;neo para el contacto con la naturaleza, el est&iacute;mulo visual hacia los materiales minerales estuvo bastante activo desde&nbsp;temprana edad para la dise&ntilde;adora mexicana. Su b&uacute;squeda por la est&eacute;tica visual y&nbsp;estructural la llev&oacute; a migrar a Quer&eacute;taro, donde comenz&oacute; a incursionar en el estudio de la Arquitectura. A&ntilde;os m&aacute;s tarde, e insatisfecha de la libertad en su capacidad creativa, opt&oacute; por&nbsp;retomar su pasi&oacute;n por el dominio del color y la forma incursionando un peque&ntilde;o taller dedicado al arte orfebre. De manera autodidacta y partiendo de su filosof&iacute;a est&eacute;tica &mdash;instintiva e&nbsp;intuitiva&mdash;, nace Serpentine, la l&iacute;nea de joyer&iacute;a de la mexicana que se caracteriza por el di&aacute;logo entre la orfebrer&iacute;a y el paisaje contempor&aacute;neo, donde&nbsp;las formas arquitect&oacute;nicas y el&nbsp;uso puro de los materiales es vital. Serpentine, palabra de la lengua inglesa que etimol&oacute;gicamente proviene del movimiento brindado por la libertad, encarna&nbsp;la motivaci&oacute;n central de su inter&eacute;s por la joyer&iacute;a, visible en la conceptualizaci&oacute;n de cada colecci&oacute;n, y en la construcci&oacute;n y&nbsp;la concepci&oacute;n de cada una de sus piezas, las cuales revelan&nbsp;un hilo conductor, el cual&nbsp;permite percibir la esencia de la personalidad de su creadora.

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Dentro de sus ejemplos m&aacute;s particulares encontramos, bajo el t&iacute;tulo de&nbsp;One of a Kind,&nbsp;varias de sus piezas estelares. En esta serie de modelos irreplicables, Ordaz retoma el concepto&nbsp;de&nbsp;custom-made&nbsp;y genera un v&iacute;nculo &uacute;nico&nbsp;con su cliente a trav&eacute;s de la lectura intuitiva de la pieza a crear sin perder la esencia de la marca, donde la intuici&oacute;n juega un papel&nbsp;principal. Su m&aacute;s reciente entrega, Arlequ&iacute;n, debe su nombre&nbsp;a la obra hom&oacute;nima de Pablo Picasso (1917), y se materializa en dos aretes asim&eacute;tricos, elaborados en agata musgo,&nbsp;&oacute;nix negro, madreperla y howlita. Estructurados en una plancha de plata esterlina, los aretes delimitan su figura en cuadrados, c&iacute;rculos y &oacute;valos que armonizan visualmente a las&nbsp;piedras.

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La cohesi&oacute;n entre la creatividad y el concepto de Serpentine ha desembocado en diversas colaboraciones, entre ellas la colecci&oacute;n de collares para&nbsp;la firma francesa &Eacute;tudes y&nbsp;otra de aretes en plata esterlina&nbsp;para la marca mexicana Barrag&aacute;n. El trabajo de Ordaz ha logrado definir el proceso &iacute;ntimo de la materia prima y traducir la simplicidad en&nbsp;extraordinarias estructuras que se han convertido en su sello distintivo.

El mundo escultural de Serpentine

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