Platicamos con la arquitecta sobre el pabellón que creó para la Serpentine Gallery de Londres y que se inaugura este mes. 

Fotograf&iacute;a <a href="https://www.instagram.com/rrodalva/" target="_blank">Rodrigo &Aacute;lvarez&nbsp;</a>

Un d&iacute;a de noviembre, Frida Escobedo se encontraba en Nueva York cuando recibi&oacute; una llamada de la Serpentine Gallery de Londres. &quot;Me hab&iacute;an estado buscando todo el d&iacute;a porque quer&iacute;an hablar conmigo. Estaba revisando un proyecto y me sorprend&iacute;a un poco su insistencia, pensaba que quer&iacute;an hacer algunas modificaciones a una propuesta que hab&iacute;a mandado&quot;, dice. El mensaje ten&iacute;a otro tono: &quot;Queremos decirte que ganaste, lo vas a hacer&quot;.&nbsp;

Lo que hab&iacute;a ganado era una convocatoria a la que hab&iacute;a sido invitada. Lo que iba a hacer era el pabell&oacute;n de verano de la galer&iacute;a, ubicado en el Hyde Park de la capital brit&aacute;nica. Un proyecto que adquiere una forma distinta cada verano, desde 2000, cuando fue encomendado por primera vez a Zaha Hadid. Desde entonces han pasado por ah&iacute; gigantes de la arquitectura, como Oscar Niemeyer, Frank Gehry, Peter Zumthor o Toyoo Ito. Adem&aacute;s de ser la primera mexicana en la lista, Escobedo es la m&aacute;s joven en participar. Tambi&eacute;n la &uacute;nica mujer que lo hace en solitario, desde Zaha Hadid. Este tipo de proyectos, sin embargo, no le son ajenos y ha hecho trabajos similares para recintos como El Eco de la Ciudad de M&eacute;xico o el Victoria &amp; Albert Museum de Londres.

&quot;Los pabellones te ense&ntilde;an mucho sobre el espacio y la temporalidad. Son estructuras que se van a desmontar, este, por ejemplo, solamente estar&aacute; un verano&quot;. A diferencia de los otros, el de la Serpentine tiene una condici&oacute;n particular: &quot;Cuando el pabell&oacute;n termina de ser exhibido, se vende. No se sabe a qui&eacute;n, hasta que hay un comprador. Entonces hab&iacute;a que pensar en algo que podr&iacute;a estar en cualquier parte del mundo&quot;.&nbsp;

Su propuesta se desarrolla en un patio cerrado, tradicional en la arquitectura mexicana, cuyas paredes forman una celos&iacute;a a partir de tejas. Al interior conviven elementos como la luz, el agua, la geometr&iacute;a y la idea del tiempo. &quot;Estoy convencida de que, de manera casi intuitiva, el tiempo es el&aacute;stico. Me refiero a los momentos en los que dices: se me pas&oacute; rapid&iacute;simo el tiempo, que ocurre cuando lo disfrutas, o cuando te preguntas, en cambio, por qu&eacute; no pasan las horas&quot;, dice al explicar uno de los temas que m&aacute;s explora en su pr&aacute;ctica: &quot;Hay un tiempo que est&aacute; marcado por el movimiento del sol, pero hay otro del que nos interesa hablar: el que est&aacute; en la memoria&quot;. El tema se materializa en el pabell&oacute;n con el Meridiano de Greenwich, la l&iacute;nea que permite establecer los husos horarios: el interior est&aacute; alineado con &eacute;l. Con estos elementos, Escobedo tiene claro lo que busca generar con el proyecto: &quot;Enmarcar el paisaje y crear un espacio m&aacute;s introspectivo&quot;. Y tambi&eacute;n en los visitantes: &quot;Me interesa jugar con la idea de interioridad y exterioridad&quot;, un juego que ha delimitado: &quot;El parque (Hyde) est&aacute; dentro de una ciudad, pero al mismo tiempo te hace sentir fuera de ella. Si a eso le sumas que cuando ingresas a un espacio como el del pabell&oacute;n, contenido en cuatro muros, te sientes dentro de nuevo, solo que entonces est&aacute;s fuera del parque. Adem&aacute;s, est&aacute; la celos&iacute;a que permite ver cosas dentro sin ser visto desde el exterior&quot;.&nbsp;

Frida Escobedo en la Serpentine Gallery

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