La paradoja virtual de Miu Miu
En un palacio deportivo imaginario, Miu Miu realiza un espectáculo imposible, la unión de un evento físico que se complementa a través de una realidad virtual. Encuentro magnífico de prendas de noche y ropa deportiva, pragmatismo contra pretensión, un evento escenificado en un completo estadio vacío, mismo que a su vez, se convierte en un proyecto colectivo ante la mirada atenta de los espectadores.
Miuccia Prada junta bajo el mismo techo una comunidad global de mujeres que observan desde las pantallas en vivo la pasarela, formando un Miu Miu Club perfecto. El deporte y la moda comienzan a hablar un mismo idioma. La firma encuentra un paralelismo entre los dos tipos de espectáculos, en donde una parte fundamental de la esencia de ambos recae en las audiencias. El público, quizás de manera activa o pasiva, oculta o vistosa, aumenta y mejora el performance.




El escenario tiene lugar en un anfiteatro, reimaginado por AMO. En él, una espuma de color rosa brillante contrasta con las líneas marcadas en el piso, las cuales llevan a las modelos a recorrer todo el espacio. Lo inherente en un sentido de polaridad: siluetas sencillas, jersey, bloques de color, la practicidad se yuxtapone al embellecimiento. Acción y atracción, formas simples: chamarras, pantalones rectos, faldas con aberturas desde el muslo. Tejidos ligeros que liberan formas en su interior.




Los atuendos se complementan con calzado que mezcla entre sí los arquetipos de la ropa deportiva con acentos femeninos. Los tenis de fútbol se transforman en tacones altos, dándole paso a una auténtica dualidad que contrasta con la realidad.
En una introspección profunda, Miu Miu se entrega al universo digital de forma inevitable, pero no sin antes reiterar que en un mundo que juega constantemente entre lo visual y lo virtual, el espectador más importante, finalmente, es el yo.